sábado, 10 de octubre de 2009

Desde la llama, no las cenizas

Dicen que el Ave Fénix renació de las cenizas. Pero no solo eso, dicen que cada 500 años volvía a morir consumida por el fuego, para luego renacer con toda su gloria. ¿Que necesidad hay de morir y volver a nacer? Mmm, no creo que a nuestra pobre ave le gustara morir. La muerte era un suceso que ocurría sin consentimiento y la arrastraba a la nada, a la muerte. Pero afortunadamente la vida del Ave Fénix era cíclica (igual que la nuestra) para permitirle volver y volver, nacer y equivocarse de nuevo, morir, resucitar, equivocarse y vivir nuevamente. Yo creo que cada uno de nosotros es un Ave. La muerte en vida (única con sentido, la otra es definitiva) nos permite resucitar con nuevas oportunidades, con opciones diferentes, con deseos cambiados. A veces es necesario morir para darse cuenta. ¿Cuantas veces tendré que morir para ser siempre yo? Ya lo dijo alguien, ya lo sintió alguien, ahora lo comprenden otros. Somos como el Ave, tenemos oportunidades, pero no 500 años, hay que tratar de no equivocarse tanto antes de morir de nuevo.

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