lunes, 24 de octubre de 2011

Capítulo II: Sobre como salar las verduras

Se puede presentar un panorama curioso, con diferentes matices, sin embargo predominan los colores rojo y verde (ver capítulo I: Como cortar los tomates y la lechuga: ensalada mixta). Cabe aclarar que los verdes varían dependiendo del tipo de hortaliza y la región del globo donde se siembre/coseche.
Las verduras, preferentemente, deben estar contenidas en un recipiente adecuado para este fin.
Usted, como asidua cocinera, debe identificar en su lugar de trabajo (léase cocina) ese condimento tan preciado por antiguas civilizaciones (las razones y justificaciones de esta afirmación escapan del alcance del presente manual). Puede notar a simple vista el color blancuzco y la pequeñez de las partículas que la conforman (el diámetro de las piezas de sal, por lo general, difieren de las de azúcar). Estas partículas rara vez presentan simetría esférica, principalmente se manifiestan en formas irregulares debido al extraño y no por eso complicado proceso de fabricación.
Debe, con sumo cuidado, extraer del frasco contenedor una cantidad suficiente de producto (sujeto a gusto de los comensales) y arrojarla, sin contemplaciones, dentro del recipiente donde se alojan, impacientes, las verduras ya cortadas.
Recuerde que una vez realizado el acto, su deber es revolver, con enérgica satisfacción, la mezcla heterogénea de hortalizas y frutos (el tomate es considerado una fruta[1]).
El proceso estará terminado una vez que las mismas manifiesten un sabor ligeramente salado.
Finalmente, catado el preparado, puede usted distraerse brevemente y continuar con las demás atenciones de la cocina.

[1] - Fuente: es.wikipedia.org