miércoles, 5 de diciembre de 2007

Egoísmo

¡Que lindo sería poder elegir que día morirnos! Pero... ¿alguien está lo suficientemente seguro de cuando elegir? Creo, que no. Por más que un suicida parezca valiente al tomar una decisión como esa, es, en ese momento la persona más cobarde y egoísta que existe. ¿Adonde vamos de acá? Pocos saben... ¡nadie! diría yo. Por lo tanto el que se va con una justificación, deja a los que se quedan (y, tal vez, lo lloran...) los mismos problemas de los que él ha escapado. Triste... si...
Esa creencia que tenemos que nos hace sentir dueños de nuestra propia vida es la idea más egoísta y falaz que podemos tener. Somos individuos, con eso interpretamos que somos uno solo y por lo tanto dueños. Sin embargo, nos estamos solos, somos parte de algo que, sin nosotros, no sería lo mismo. ¿Qué es un diamante de mil quilates perfectamente angulado y pulido en medio del espacio desierto? ¡Nada! No deja de ser un diamante, ojo. Pero en ese lugar no es más que una piedra, igual que la que gira al rededor de cualquier planeta y, de vez en cuando, se desprende y choca contra alguna luna. Que triste sentirnos dueños de lo que somos parte... Lo que valoramos no es la vida misma, sino lo que hace que ésta tenga sentido. Cuando decidimos irnos es porque ya nada se justifica. ¡Qué error si nos equivocamos por un simple impulso! ¡Que cobardes seríamos! ¿Quién no sintió en algún momento de su vida muchas ganas de estar muerto? Pero... si estás leyendo esto, significa que solo fue un pensamiento absurdo. Nada tiene más valor que la vida misma, ni si quiera el amor. Después de ésto no hay nada. Acá estamos, sintiéndonos dueños. Tal vez pensando, tal vez eligiendo. Que egoístas somos...

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