sábado, 28 de mayo de 2011

El silencio de los (no tan) inocentes

Dicen que el que calla otorga, que uno es esclavo de sus palabras y preso de sus silencios. Dicen... dicen cosas, callan otras. Pero todos hablan y los que no, algo saben.
Hay unos que se hacen cargo, responsables, sus palabras son duras y a veces hasta verdaderas, pero tiene en la frente el valor y la necesidad de pronunciarse y asumir las consecuencias. La necesidad de comunicarse es inherente al ser. Nacemos, crecemos, somos y fuimos porque alguien lo supo, porque nos expresamos, porque nos mostramos.
Los que hablan por abajo, también se comunican, pero sin representar lo que sus palabras dicen. Hablan en susurros, comentan en suspiros y los tonos son tan bajos que no dejan evidencia, pero lo suficientemente altos como para hacer una marca en el destinatario.
Hay de los unos, hay de los otros. Pero los que realmente preocupan no son los que hablan, sino los que callan. Los que saben y no dicen, los que conocen y no transmiten.
Éstos últimos son los que nos desconciertan, porque no podemos conocerlos. Son como una caja sellada que no tiene cerradura o su llave se ha perdido mucho tiempo atrás.

Dijo un sabio:

"El mundo se está volviendo peligroso. No por los que hacen el mal sino por los que se sientan a ver que pasa"

Ese silencio es el que incomoda, el de los que se sientan a ver que pasa. El silencio de los no tan inocentes...

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