martes, 23 de marzo de 2010

El amor después del amor

Alguien me dijo una vez que si dos personas están hechas para pasar el resto de la vida juntos, el universo entero se complota para que esto ocurra.
En realidad, sobre este tema soy un poco incrédulo. Primero, hay que tener en cuenta que físicamente esto no es muy probable y segundo tenemos que considerar que la vida es eternamente cambiante y tiene tantos recovecos como un laberinto de difícil solución.
Si dos personas están creadas para vivir juntas eternamente, ¿cómo es posible que la vida le interponga pruebas tan complicadas que harían dudar hasta el más devoto de los fieles? ¿Porque el corazón duele tanto a veces por un amor que debe corresponderse?
Eso no es el universo ni mucho menos. Eso es la voluntad (estúpida a veces) de la gente. Es posible que un tonto impulso pueda arruinar lo que al universo entero le cuesta muchísimo trabajo realizar. ¿Por qué el amor es tan accesible de aceptar, cómodo de llevar y difícil de olvidar?.
¿Es posible llorar de por vida por el amor perfecto?¿Es compatible la conjunción de fenómenos del universo con el amor eterno truncado?.
No se puede llorar por lo que no es, por lo que no fue. No se puede remar contra la corriente que nosotros creamos y alimentamos. No podemos abastecer de por vida un mar con lágrimas. Las heridas del corazón un día tienen que sanar. Las cicatrices quedan, no para doler, sino para advertir y no dejarnos olvidar.

El universo no se complota ni mucho menos, las cosas las crea uno, se nutren de a dos y se comparten con todos.

El amor no es único, pero ninguno es parecido y los pequeños detalles que cada uno deja o se lleva es lo que hace que la vida entera tenga sentido.

jueves, 11 de marzo de 2010

El calor de los vivos

Hace muy poco tiempo tuve la oportunidad de tocar a una persona muerta.
Lo que primero me llamó la atención fue la temperatura, estaba muy fría y hacía solo un par de horas que había muerto. Lo que me llevó a pensar en un factor que muchas veces no tenemos en cuenta; el calor del cuerpo, el de la vida. Curiosamente muchas veces representamos los estados de ánimo con la temperatura corporal. De ello podemos dar muchos ejemplos. - Mirá lo caliente que está- a veces decimos cuando alguien está enojado. -Sos fría como una tumba- cuando alguien es carente de expresiones. ¡Y de esas muchas!. Sin embargo es real que la temperatura del cuerpo cambia de acuerdo a la situación. Cuando estamos "ardientes" de deseo (aclaro que me refiero al sexo) la temperatura del cuerpo asciende de manera brusca y la circulación de la sangre aumenta y comenzamos a transpirar, etc, etc. ¡Muchísimos síntomas que demuestran que estamos vivos!. Cuando nos llevamos un susto, nuestro rostro se paraliza, nos ponemos muy pálidos, casi como blancos y nos sentimos fríos como una heladera.
La temperatura del cuerpo nos hace vivos, seres animados, móviles. Los muertos lamentablemente no gozan de ese privilegio, los que ya no están (sean ex-vivos, personas que dejaron entre nosotros sus cuerpos como testimonio de que existieron) no tienen calor, no lo generan ni lo poseen.
El calor no es un derecho, sino un privilegio. Nosotros, los vivos, somos una vela, generamos calor, pero nuestra mecha tiene fecha de vencimiento.
Lo importante es medir cuanto candor y calidez producimos antes de apagarnos...

sábado, 6 de marzo de 2010

La insoportablemente triste comodidad de la rutina

Levantarse, cambiarse (con sueño, lo que nos lleva a pensar en la siesta), desayunar algo rápido, trabajar, volver, comer, acostarse (pocas veces), levantarse, gym, volver, bañarse, comer algo, pensar en acostarse, (a veces, pero solo a veces, o casi siempre, es lo mismo: un poco de sexo) y volver a dormir como si nada hubiera pasado, para poder levantarnos de nuevo al día siguiente.
Esa triste y simple secuencia de sucesos es la que marca la rutinaria conducta de la mayoría de los seres humanos.
Lo curioso de ello es que cuando uno le consulta sobre la felicidad, dicen que está a pleno, la disfrutan al máximo. Aunque tal vez, nunca supieron de que se trata (casi podría asegurarlo).
Creo que la felicidad no es la rutina, no es levantarse todos los días para ir a trabajar para poder ganar el peso necesario para comprar las zapatillas necesarias para poder ir a trabajar. Y como ese ciclo, podemos repetirlo y multiplicarlo por mil. O trabajar horas extras para poder ganar el dinero suficiente para irnos de vacaciones con el objeto de descansar y recuperarnos de la cantidad de horas extras que trabajamos.
Es una ironía estúpida, a la cual estamos sometidos la mayoría de los seres humanos, que creemos en un sistema que nunca creamos pero en el cual estamos inmersos y, lamentablemente, ahora somos parte y, a veces, hasta piezas necesarias para que el mismo siga funcionando.
Las personas se resignan a la rutina porque creen que es el único camino. Mis ancestros lo hicieron así, mis padres lo hacen así y seguramente mis hijos lo van a hacer. Entonces, ¿por qué yo no?.
La respuesta es simple, porque la conducta repetitiva y ancestral, no siempre es la correcta. Y mis padres y predecesores, poco consideraban y tenían en cuenta el paso del tiempo.
Si muchos años atrás se asesinaban bebés en nombre de Dios, pocos años atrás todo el mundo manifestaba su creencia religiosa asistiendo a ceremonias y hoy yo no comparto ninguna idea teológica, lo que significa que las prácticas de vida están cambiando, ¿por qué debemos continuar con la estúpida y desgastante rutina del trabajo por necesidad?.
Cuando nos levantemos mañana, pocos vamos a considerar que lo que pasó entre hoy y mañana, fue un día, es decir 24 irrecuperables horas.
Mañana nos quedará un día menos de vida, mañana será un día mágico, único, el último que vivamos hasta pasado mañana. Tristemente para muchos, solo será un nuevo día de trabajo y rutina.