sábado, 31 de octubre de 2009

El camino

Y entonces les dijo a sus discípulos: -Siganme-
Y ellos sin saber que hacer respondieron: -Pero Señor, ¿cómo nos pide que lo sigamos, si ni siquiera usted sabe adonde va?-
Y él les respondió: - Es cierto que no tengo un destino ni una orientación, ¿pero quién de ustedes se atreve a afirmar, con toda seguridad, que conoce los infinitos caminos de la vida y los inexplicables caprichos de los astros? -
Casi de inmediato, pero con muchas dudas y temores, los discípulos comenzaron a marchar.
Y fueron cientos, miles, muchos... Y el viaje duró años, tal vez siglos. Para algunos, los de vida eterna, duró un período completo del universo. Estos últimos fueron los que más aprendieron, los que más tiempo tuvieron. Otros solo marcharon, despacio, siguiendo. Pero también llegaron, al fin llegaron. Solo algunos, avisados de antemano, que se atrevieron a desafiar lo que decía el destino y los consejos de las miles de bocas que se abrían continuamente advirtiendo, y los ojos llenos de lágrimas que se desvivían por indicar el error, son los que nunca llegaron. Ellos, se perdieron entre los miles y miles de caminos que la vida nos presenta. Y, aunque muchos mentían y desmentían, nunca llegaron a ser felices, estuvieron vivos de a ratos, disfrutando de su falta de responsabilidad, pero nunca lograron la completitud. Vivieron eternamente, si. ¿Pero también en el infierno no se vive eternamente? ¿sometidos a las más terribles torturas y recuerdos?.
Y los otros siguieron sin mirar atrás. Nadie sabe bien porque, pero el maestro rápidamente se convirtió en uno de ellos y nadie más tuvo que consultar nada, todos marcharon juntos y, aunque algunos pocos conocían el camino, casi todos llegaron. Excepto estos últimos, van a estar por siempre, por siempre, en la memoria de los que les advertimos: "La felicidad no es para todos, no la trae el viento ni la riega la lluvia, es un privilegio que se construye y se mantiene. Y si no se cuida, se deteriora. Y si no se cuida, se derrumba. Y lo que rompen los vientos eternos, nunca más puede volver a construirse"

martes, 27 de octubre de 2009

Una luz entre las sombras

Hay veces en que todas las linternas del mundo no alcanzan. Simplemente la oscuridad es tan cerrada que ni los ojos más agudos podrían detectar una ínfima parte del relieve del camino. No hay luces, no hay ojos, ni todos los amigos del mundo son capaces de encender la mecha. No alcanza palabra ni caricia que logre curar el alma ni apagar el incendio que nunca produjo calor. El tiempo... el tiempo... que es poco, que no alcanza...
La luz está, solo hay que correr el paño que la obstruye. Hay que animarse, pero solo cuando se está list@. Ojo, nadie te avisa, pero de a poco te vas a dar cuenta cuando sea el momento. Ahh, es para volverse loc@. Va y viene, te animás y te da mucho miedo, decís que si y luego lo pensás. ¿Cuanto tiempo lleva? De a poco aprendemos. Nadie nació sabiendo caminar, nadie nació sabiendo que nos íbamos a enamorar, nadie predijo como acabará la vida ni cuantas veces vamos a tener el corazón roto. El tiempo, que es poco, que no alcanza.
¿Cuanto más?...
Es como que todas las notas revelan dolor, como que el amor, en el que nunca creí, me está haciendo mucha falta. No más notas como esta. Todo termina alguna vez...

sábado, 24 de octubre de 2009

Es como cuando uno extraña

Hay cosas que, por más feas que sean y diferentes a nosotros, nos permiten ser. Y no solo eso, nos obligan a ser, a comportarnos como debemos, a definir una identidad. ¿Qué sería de Sherlock Holmes sin Watson? ¿O de Batman sin El Guasón?. Es difícil decirlo. Batman necesita enemigos, sino nadie acudiría a él y pocos se acordarían del súper héroe. Lo mismo pasa con nuestro amigo detective, sin su seguidor y discípulo Watson, nunca se podrían haber narrado las fantásticas historias y los increíbles casos resueltos.
Bueno, la cuestión es que si nos quedamos sin nuestra compañía, sin lo que nos obliga a ser diferentes, sin lo que nos mantiene ocupados y con los ojos abiertos, ya no somos. Es como que perdemos la identidad, como que tenemos que replantearnos cada cosa de nuevo. Es como cuando extrañamos... Todo tiene su sentido, el chico que nos asustaba en el secundario, la profe mala, los compañeros de fútbol, las tardes perdidas, las personas amadas, los besos furtivos, el sexo en lugares locos. Todo lo que nos convirtió en lo que somos, lo que nos marca todos los días desde algún lugar lejano. Es como que se extraña un poco, por más raro que parezca, por más que nadie lo diga. Lo que hacemos hoy, es un recuerdo mañana. Lo que hacemos hoy, nos marca de por vida, sea o no una tarde perdida, sea o no un día mágico. Todo lo vamos a extrañar mañana... O tal vez hoy mismo...

martes, 13 de octubre de 2009

Dicen que es sobre un color

Al final es el mismo color. Los cachetes, el cuello, ¡la piel!, el amor, las flores mas lindas... Y a todos nos causa ternura. Es de los bebés también. ¿Cómo no descubrirlo de nuevo en cada persona? ¿Cómo no extrañarlo?. Ahh, es un símbolo de sutileza y delicadeza. ¿Si yo lo tengo? Mmm, no creo, solo es de algunos privilegiados y no me creo encontrar entre ellos. Pero lo veo y lo siento, es suave y tierno y causa mucha melancolía a veces. ¿Para que escribir sobre un color, si al final son todos lo mismo?. Es lo que le da sabor a la vida, lo que nos enseña el mundo y el medio por el cual lo descubrimos. ¿Hay feos?. No creo, todos tienen lo suyo. Este es curiosamente particular, puedo citar muchas cosas, pero me las guardo para mi imaginación y mis recuerdos. Me baño en ellos y me refrescan. Pero a veces, cada vez con más frecuencia, un recuerdo de un tiempo pasado es ofuscado con uno reciente, que me reconforta y me muestra su color. Es siempre el mismo, aunque de diferentes tonos. Y eso si, no hay tono igual. ¿Para que escribir sobre un color? Cada uno tiene el suyo y descubre el de los demás. Yo no quiero escribir. Ya no.

sábado, 10 de octubre de 2009

Desde la llama, no las cenizas

Dicen que el Ave Fénix renació de las cenizas. Pero no solo eso, dicen que cada 500 años volvía a morir consumida por el fuego, para luego renacer con toda su gloria. ¿Que necesidad hay de morir y volver a nacer? Mmm, no creo que a nuestra pobre ave le gustara morir. La muerte era un suceso que ocurría sin consentimiento y la arrastraba a la nada, a la muerte. Pero afortunadamente la vida del Ave Fénix era cíclica (igual que la nuestra) para permitirle volver y volver, nacer y equivocarse de nuevo, morir, resucitar, equivocarse y vivir nuevamente. Yo creo que cada uno de nosotros es un Ave. La muerte en vida (única con sentido, la otra es definitiva) nos permite resucitar con nuevas oportunidades, con opciones diferentes, con deseos cambiados. A veces es necesario morir para darse cuenta. ¿Cuantas veces tendré que morir para ser siempre yo? Ya lo dijo alguien, ya lo sintió alguien, ahora lo comprenden otros. Somos como el Ave, tenemos oportunidades, pero no 500 años, hay que tratar de no equivocarse tanto antes de morir de nuevo.